viernes, 12 de diciembre de 2008

TEXTOS DE LA REGENTA

TEXTOS DE LA REGENTA
[Al inicio de la novela, don Fermín de Pas sugiere a Ana Ozores que haga confesión general. Ella reflexiona en su habitación. Este hecho permite al narrador presentarnos el pasado de la protagonista en un salto temporal hacia atrás o “flash back”].
CAP. III
-«¡Confesión general!» -estaba pensando-. Eso es la historia de toda la vida. Una lágrima asomó a sus ojos, que eran garzos, y corrió hasta mojar la sábana.
Esta costumbre de acariciar la sábana con la mejilla la había conservado desde la niñez. -Una mujer seca, delgada, fría, ceremoniosa, la obligaba a acostarse todas las noches antes de tener sueño. Apagaba la luz y se iba. Anita lloraba sobre la almohada, después saltaba del lecho; pero no se atrevía a andar en la obscuridad y pegada a la cama seguía llorando, tendida así, de bruces, como ahora, acariciando con el rostro la sábana que mojaba con lágrimas también. Aquella blandura de los colchones era todo lo maternal con que ella podía contar; no había más suavidad para la pobre niña. Entonces debía de tener, según sus vagos recuerdos, cuatro años. Veintitrés habían pasado, y aquel dolor aún la enternecía. Después, casi siempre, había tenido grandes contrariedades en la vida, pero ya despreciaba su memoria; una porción de necios se habían conjurado contra ella; todo aquello le repugnaba recordarlo; pero su pena de niña, la injusticia de acostarla sin sueño, sin cuentos, sin caricias, sin luz, la sublevaba todavía y le inspiraba una dulcísima lástima de sí misma.

n cura guapo, había que confesarlo...». Y entonces, los ojos apagados del elegante Mesía brillaron al clavarse en el Magistral que sintió el choque de la mirada y la resistió con la suya, erizando las puntas que tenía en las pupilas entre tanta blandura. A don Fermín le asustó la impresión que le produjo, más que las palabras, el gesto de Ana; sintió un agradecimiento dulcísimo, un calor en las entrañas completamente nuevo; ya no se trataba allí de la vanidad suavemente halagada, sino de unas fibras del corazón que no sabía él cómo sonaban. «¡Qué diablos es esto!» pensó De Pas; y entonces precisamente fue cuando se encontró con los ojos de don Álvaro; fue una mirada que se convirtió, al chocar, en un desafío; una mirada de esas que dan bofetadas; nadie lo notó más que ellos y la Regenta. Estaban ambos en pie, cerca uno de otro, los dos arrogantes, esbeltos; la ceñida levita de Mesía, correcta, severa, ostentaba su gravedad con no menos dignas y elegantes líneas que el manteo ampuloso, hierático del clérigo, que relucía al sol, cayendo hasta la tierra.
Estaba Ana sola en el comedor. Sobre la mesa quedaban la cafetera de estaño, la taza y la copa en que había tomado café y anís don Víctor, que ya estaba en el Casino jugando al ajedrez. Sobre el platillo de la taza yacía medio puro apagado, cuya ceniza formaba repugnante amasijo impregnado del café frío derramado. Todo esto miraba la Regenta con pena, como si fuesen ruinas de un mundo. La insignificancia de aquellos objetos que contemplaba le partía el alma; se le figuraba que eran símbolo del universo, que era así, ceniza, frialdad, un cigarro abandonado a la mitad por el hastío del fumador. Además, pensaba en el marido incapaz de fumar un puro entero y de querer por entero a una mujer. Ella era también como aquel cigarro, una cosa que no había servido para uno y que ya no podía servir para otro.
[Don Fermín de Pas acaba de enterarse de que Ana Ozores se ha desmayado la noche anterior bailando con Álvaro Mesía. No logra contener sus celos. Y ella se da cuenta de sus verdaderos sentimientos.]
CAP. XXV
-Sí, usted lo ha dicho... Y ese es el camino. Yo sin Dios... no soy nada... Sin Dios puede usted ir a donde quiera, Ana... esto se acabó... Estoy en ridículo, Vetusta entera se ríe de mí a carcajadas... Mesía me desprecia, me escupirá en cuanto me vea... El padre espiritual... es un pobre diablo. ¡Oh, pero por qui
en soy... Miserable... Me insulta porque estoy preso!...
Creyó que Ana le seguiría, le llamaría, lloraría... Pero pronto se sintió abandonado. Llegó al portal. Se detuvo, escuchó... Nada, no le llamaban. Desde la calle miró a los balcones. Ninguno se abría. «No le seguían ni con los ojos. Aquella mujer se quedaba allí. Todo era verdad. Le engañaba; era una mujer. ¡Pero cuál! ¡la suya! ¡la de su alma! ¡Sí, sí, de su alma! Para eso la había querido. Pero las mujeres no entendían esto... La más pura quería otra cosa». Y pasaban por su memoria mil horrores. La carnaza amontonada de muchos años de confesonario. La conciencia le recordó a Teresina. A Teresina pálida y sonriente que decía, dentro del cerebro: «¿Y tú...?». «Él era hombre»; se contestaba. Y apretaba el paso. «Yo la quería para mi alma...». «Y su cuerpo también querías, decía la Teresina del cerebro, el cuerpo también... acuérdate». «Sí, sí... pero... esperaba... e



El Magistral estaba pensando que el cristal helado que oprimía su frente parecía un cuchillo que le iba cercenando los sesos; y pensaba además que su madre al meterle por la cabeza una sotana le había hecho tan desgraciado, tan miserable, que él era en el mundo lo único digno de lástima. La idea vulgar, falsa y grosera de comparar al clérigo con el eunuco se le fue metiendo también por el cerebro con la humedad del cristal helado. «Sí, él era como un eunuco enamorado, un objeto digno de risa, una cosa repugnante de puro ridícula... Su mujer, la Regenta, que era su mujer, su legítima mujer, no ante Dios, no ante los hombres, ante ellos dos, ante él sobre todo, ante su amor, ante su voluntad de hierro, ante todas las ternuras de su alma, la Regenta, su hermana del alma, su mujer, su esposa, su humilde esposa... le había engañado, le había deshonrado, como otra mujer cualquiera; y él, que tenía sed de sangre, ansias de apretar el cuello al infame, de ahogarle entre sus brazos, seguro de poder hacerlo, seguro de vencerle, de pisarle, de patearle, de reducirle a cachos, a polvo, a viento; él atado por los pies con un trapo ignominioso, como un presidiario, como una cabra, como un rocín libre en los prados, él, misérrimo cura, ludibrio de hombre disfrazado de anafrodita, él tenía que callar, morderse la lengua, las manos, el alma, todo lo suyo, nada del otro, nada del infame, del cobarde que le escupía en la cara porque él tenía las manos atadas... ¿Quién le tenía sujeto? El mundo entero... Veinte siglos de religión, millones de espíritus ciegos, perezosos, que no veían el absurdo porque no les dolía a ellos, que llamaban grandeza, abnegación, virtud a lo que era suplicio injusto, bárbaro, necio, y sobre todo cruel... cruel... Cientos de papas, docenas de concilios, miles de pueblos, millones de piedras de catedrales y cruces y conventos... toda la historia, toda la civilización, un mundo de plomo, yacían sobre él, sobre sus brazos, sobre sus piernas, eran sus grilletes...

MODELO DE COMENTARIO GUIADO:

Aquí tenéis el comentario que os había prometido. Espero que lo aprovechéis y os sirva para el examen. Sería bueno que, si tenéis tiempo, os preparéis posibles localizaciones. Por ejemplo, imaginaos que os pongo un texto de La Regenta, ¿cuál sería la localización? ¿Y si fuera "La canción del pirata" de Espronceda? Aun en el caso de que no salieran textos de estos autores, os habría servido para estudiaros la teoría.
Otra cosa que os vendría bien, es coger poemas y analizar la métrica o los recursos retóricos. Cuanta más práctica hagáis, mejor. ¡Ánimo! Un último esfuerzo que ya tenemos encima las vacaciones.
Asun Hidalgo.


MODELO DE COMENTARIO GUIADO:

RIMA LII

Volverán las oscuras golondrinas


Volverán las oscuras golondrinas

en tu balcón sus nidos a colgar,

y, otra vez, con el ala a sus cristales

jugando llamarán;

pero aquéllas que el vuelo refrenaban 5

tu hermosura y mi dicha al contemplar,

aquéllas que aprendieron nuestros nombres...

ésas... ¡no volverán!


Volverán las tupidas madreselvas

de tu jardín las tapias a escalar, 10

y otra vez a la tarde, aun más hermosas,

sus flores se abrirán;

pero aquéllas, cuajadas de rocío,

cuyas gotas mirábamos temblar

y caer, como lágrimas del día... 15

ésas... ¡no volverán!


Volverán del amor en tus oídos

las palabras ardientes a sonar;

tu corazón, de su profundo sueño

tal vez despertará; 20

pero mudo y absorto y de rodillas,

como se adora a Dios ante su altar,

como yo te he querido..., desengáñate:

¡así no te querrán!



a) Localización :

El poema es una Rima de Gustavo Adolfo Bécquer (Sevilla,, 1836-Madrid, 1870). Este autor es el máximo representante del Romanticismo tardío en España junto con Rosalía de Castro. Su obra se caracteriza por un profundo lirismo y una gran sencillez. Responde toda ella a una experiencia personal que refleja con un gran intimismo sus sentimientos. La sinceridad es quizás su característica más notable. En ello radica su gran modernidad. En la expresión se trata de una poesía de lenguaje sencillo, pero con una gran capacidad de sugerencia.

Este texto, concretamente, forma parte de su libro Rimas , que fue publicado póstumamente en 1871, gracias a la iniciativa de los amigos de Bécquer.

La obra está dividida en cuatro bloques temáticos: la inspiración y la poesía, el amor gozoso, el desengaño amoroso y la desolación y la muerte. Esta Rima, como se deduce del contenido, forma parte del tercer núcleo de poemas, el desengaño amoroso. Probablemente es una de las Rimas más famosas de Bécquer.


b) Análisis métrico :

El poema está formado por tres estrofas dobles formadas cada una de ellas por ocho versos divididos en dos partes. Combinan los versos endecasílabos y heptasílabos con el siguiente esquema:

11-11-11-7 11-11-11-7

La rima es asonante en los versos pares y quedan libres los impares:

11 -

11 A

11 -

7 a

Esta estrofa sigue un esquema parecido al del romance, pero se llama “estrofa de la Torre”.

La estructura métrica sigue las características propias de la versificación usada por Bécquer: predominio de la rima asonante y el verso libre, uso de estrofas de carácter tradicional y popular... Esto hace que estemos ante una poesía de gran musicalidad.

El uso del encabalgamiento (en concreto entre los versos 1-2, 3-4, 5-6, 9-10, 11-12, 17-18 y 19-20) da al texto una mayor agilidad y suaviza la rima del poema.


c) Tema y estructura interna:

El tema del poema es la pérdida, al parecer irreparable, del amor gozoso “que no volverá”. Como es habitual en Bécquer, utiliza una estructura paralelística, que varía ligeramente al final, en la última estrofa doble que es la que contiene la clave del tema. La estructura interna es, pues, ascendente. El clímax está al final. Las golondrinas y las madreselvas que ocupan las dos primeras estrofas, son elementos de la naturaleza, testigos del amor que “no volverán”. El tema amoroso es típicamente romántico y adquiere un mayor dramatismo al tratarse de un amor que fue gozoso (v. 6,

v. 14, estrofa final) y que ahora ya se ha perdido: “no volverán”, “así no te querrán”.


d) Análisis de los recursos literarios. Relación fondo y forma :

Todo el poema se dirige a un tú femenino, sin voz, que se convierte en un interlocutor mudo, pero que está presente. Es algo muy característico de Bécquer. La mayoría de sus Rimas tienen esta estructura apelativa, dirigida o bien a la amada -caso de este poema-, o bien a los elementos de la naturaleza.

El ritmo del poema, además de por la rima, se consigue por medio de los paralelismos y anáforas, abundantísimos en esta Rima y en general en toda su obra. Concretando: la estrofa primera (cuatro primeros versos) es paralela a la tercera; y la segunda tiene la misma estructura que la cuarta. La quinta estrofa tiene también elementos comunes con la primera y la tercera, pero hay ligeras variantes que adelantan el tema: la estructura sintáctica es diferente, aunque se repite la palabra clave “volverán”, y ahora ya no aparece el elemento de la naturaleza, sino ya el elemento temático central: el amor, el corazón...

La anáfora resalta dos palabras clave: “Volverán”, es decir, la naturaleza seguirá su curso cíclico, todo seguirá igual, “Pero” el amor “no volverá”.

Resalta también la abundante adjetivación: “oscuras”, “tupidas”, “ardientes”, “profundo”, “mudo”, “absorto”...

Los hipérbatos son muy abundantes y, al desordenar la frase, permiten resaltar elementos y adaptarse al esquema métrico que al autor le interesa.

La enumeración de la última estrofa: “mudo y absorto y de rodillas” cobra un mayor énfasis por el uso del polisíndeton -”y”-, y de la comparación que ocupa el antepenúltimo verso, dándole a la amada un carácter divino.

En conjunto, pues, una poesía en la que el fondo y la forma están estrechamente relacionados. A resaltar el tema contribuye la estructura paralelística y las anáforas. Y es fundamental el carácter apelativo del texto, dirigido a una amada que, aun sin voz, está presente en todo el texto.

* * *

[Este comentario es muy sencillo. Os puede servir de modelo para hacer otros. Es muy importante que en el apartado del análisis de los recursos literarios os fijéis en los más importantes para resaltarlos de algún modo, aunque los comentéis todos.

Otra cosa importante es que todas las afirmaciones que hagáis estén justificadas con referencias al texto y al verso concreto].


jueves, 4 de diciembre de 2008

WEBQUEST SOBRE REALISMO

Aprovechando de nuevo materiales de la profesora sevillana que ya conocemos, Elisa Armas, os presento aquí un enlace en el que aparecen numerosos materiales sobre los principales autores realistas europeos del siglo XIX. Algunos de estos materiales son presentaciones que han elaborado los alumnos. ¡Echadles un vistazo! Pinchad aquí.

"¡ADIÓS, CORDERA!" DE "CLARÍN"


Este cuento lo hemos leído en clase. Os lo cuelgo aquí por si a alguno le apetece releerlo. Pinchad aquí.

BENITO PÉREZ GALDÓS


Aquí tenéis un enlace para conocer todos los pormenores sobre la vida y obra de Galdós. Si os interesa, pinchad aquí.